Cuando se estrenó el western Keoma, el subgénero cinematográfico del spaguetti western al que pertenecía se encontraba ya en imparable decadencia.
Follow on LinkedInSin embargo, la obra dirigida por Enzo G. Castellari se convirtió, por derecho propio, en un épico canto de cisne de aquel renglón torcido del cine del Oeste que fue su vertiente italiana y española.
El gran cine del Oeste americano, al cruzar el charco se convirtió en ocasiones en hijo bastardo, traducido en filmes repletos de caspa, con muchas mediocres o malas películas filmadas en tierras de Almería (aunque Keoma se filmó en Italia) con la salvedad de que Keoma, a diferencia de cientos de producciones italo-españolas de la época, dejó un excelente sabor de boca.
Quizá, como la orquesta del Titanic, los ecos de Keoma siguieron resonando muchos años después de que el género hubiera desaparecido totalmente. El propio Franco Nero, que se puso en la piel del indio mestizo Keoma, reconoció en una entrevista que, si le preguntas a una madre que tiene muchos hijos cuál de ellos es su favorito, nunca te lo dirá. Pero, «para esta madre», apunta Nero refiriéndose a sí mismo y a su carrera como actor, Keoma sí es «especial». «Es una película mágica», afirma el actor italiano, al tiempo que reconoce que en la obra «hay mucho Shakespeare».
Y es ahí, en lo diferente, donde Keoma tiene todos sus puntos fuertes. La película es radicalmente distinta a cualquier otra película del Oeste, es fácil darse cuenta desde el primer momento en que vemos que el protagonista del film es un indio, al contrario de la mayoría de películas en las que un vaquero blanco era siempre el protagonista. Las películas del Oeste solían tener un esquema de personajes arquetípicos y maniqueos, con los personajes indios siempre como accesorios y casi siempre como salvajes. En Keoma, sin embargo, el protagonista es un antihéroe inadaptado y repudiado. Incluso su aspecto físico, con claras coincidencias con Jesucristo, sitúa a Keoma como un personaje singular, diferente y rompedor con el clásico protagonista de las películas del Oeste.
En sus diálogos y en otros personajes, como la mujer embarazada y la anciana, «Keoma» contiene multitud de místicas reflexiones sobre la libertad, sobre la guerra, sobre la vida y sobre la muerte. En estos importantes puntos, entre muchos otros incluyendo magníficos aspectos técnicos como la impresionante fotografía, se fragua la leyenda de una película irrepetible. Su director, Enzo G. Castellari, realizó alguna otra película de cierto interés, aunque sin duda ninguna de sus otras obras alcanzó la gloria de forma tan merecida como Keoma.
En cuanto a las numerosas referencias sobre la vida, la muerte, la guerra y la libertad, me quedo con estas dos frases. La primera, cuando el padre pregunta a Keoma si ganó o perdió la guerra y él responde: «Estuve en el bando de los vencedores». Y la segunda: «No puede morir. ¿Y sabes por qué? Porque es libre. Y el hombre que es libre nunca muere».
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