Los periodistas tenemos una curiosa relación agridulce, de amor y odio, con las Agencias de Comunicación. Por un lado, en ocasiones (pocas, la verdad) hay alguno, de los miles de correos electrónicos que envían a los medios de comunicación, que vale para algo. Pero por cada mensaje que tiene algún porcentaje de valor informativo, hay otros 99 que caen directamente en la categoría de publicidad, o correo electrónico no deseado («spam»).
Follow on LinkedInLos Monty Python lo resumieron muy bien en este genial gag en el que una mujer sufre el latoso y cansino interés de la hostelera por servirle «spam» en cualquier plato.
En cierta medida, el trabajo de las malas Agencias de Comunicación se resume en unas pocas palabras: vagancia y falta de criterio. Es triste, y muy preocupante, que muchas de estas malas agencias tienen dentro de su plantilla a periodistas o publicistas de carrera, a quienes obligan a enviar «spam» camuflado como «Nota de prensa» bajo títulos como «Semana fantástica del coche de ocasión en el concesionario Tal&Tal»; «Grandes ofertas de Black Friday en el supermercado Tal&Cual», y otros textos que, obviamente, no tienen ningún valor informativo.
Se trata de puro «spam», simple y molesto «spam», a lo que además se añade la consabida llamada telefónica posterior con la pregunta: «¿Vas a publicar la nota de prensa que te he enviado?», una pregunta que exaspera, molesta y ofende a partes iguales.
En Hipertextual ya hablaron de este problema hace 5 años, y las cosas, en vez de mejorar, cada día van a peor. Como media, entre 3 y 4 agencias de comunicación son bloqueadas cada día en nuestro servidor del periódico Cantabria Diario (www.cantabriadiario.com) por enviar textos publicitarios, textos sin interés, textos que nada tienen que ver con nuestro ámbito de cobertura, en definitiva, por enviar correos a porrillo, sin haber llevado a cabo la más mínima operación estratégica. Sin lógica, sin criterio. Correos enviados por miles, a todo lo que se mueve, sin importar si el tema tiene interés informativo o no lo tiene. Publicidad camuflada como noticia.
El problema es mucho más grave, más allá de la molestia causada a los periodistas, si tenemos en cuenta que estas acciones de «spam», en el fondo, son un enorme engaño al cliente que protagoniza la «noticia», cuya imagen, en vez de verse beneficiada por lo que debería ser una auténtica campaña estratégica de comunicación, se verá hundida por un mal trabajo realizado por parte de la Agencia.
En estos casos, el axioma se cumple: «Toma el dinero y corre» es lo que piensan muchos de estos chiringuitos de comunicación que encargan, al becario precario, la tediosa tarea de enviar miles de correos electrónicos y hacer cientos de llamadas para intentar camuflar como «Nota de prensa» contenidos de pésima calidad que solo deberían publicarse como publicidad.
Si las agencias pretenden mantener una sana relación con los periodistas, y si tienen intención de sobrevivir en el futuro, como diría un famoso publicista, las malas Agencias de Comunicación tienen que ir «al rincón de pensar».
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