En ocasiones todavía recuerdo el olor de los líquidos de revelado. Eran los tiempos en los que utilizábamos una media en el objetivo de la cámara para crear imágenes difuminadas. Había filtros para conseguir el mismo efecto de forma más profesional, pero el bricolaje fotográfico siempre ha sido una de mis pasiones confesables.
Follow on LinkedInLos tiempos han cambiado tanto que hoy en día la fotografía ha perdido su olor. Más allá: la fotografía se ha transformado en un híbrido entre informática y tecnología en el que se ha diluido la esencia de la creatividad y del arte de escribir con la luz. Ahora casi todas las imágenes se retocan, y en ocasiones se manipulan tanto que apenas queda nada de la toma original.
Mis imágenes recientes se dividen en dos grandes grupos: fotografías de actualidad periodística y fotografías por puro placer. Del primer grupo sobra decir que apenas aplico retoques ni filtros, todo en afán de conservar la veracidad de la noticia.
Del segundo grupo, aquellas imágenes que hago por puro placer, tengo dos vertientes claras: aquellas fotografías en las que aplico algunas correcciones básicas de color, contraste y enfoque para lograr lo mejor de la imagen, y aquellas otras en las que juego libre con la experimentación más alocada.
En cierta forma, cuando experimento con imágenes a las que he aplicado una fórmula fractal con GIMP, como la que ilustra el principio de este texto, no busco falsear la realidad: busco crear otra realidad alternativa más artística. Una nueva forma de expresión fotográfica.
En otras ocasiones, como en la fotografía de mi mano que está debajo, busco nuevas formas de expresar sentimientos diversos, en este caso la búsqueda de la libertad.
La tecnología es buena cuando ayuda a crear, pero se puede convertir en algo negativo cuando se convierte en un fin en sí misma. Cuando la tecnología es lo primero y la creatividad es lo secundario. Una media en el objetivo era nuestra forma, arcaica, de cambiar la realidad para hacerla más hermosa. Pero no creábamos una realidad falsa que nacía desde la nada.
Aquella media en el objetivo, aquellos vapores y aquel cuarto oscuro en el que veíamos aparecer la fotografía recién revelada eran parte de nuestro otro viejo mundo. Más arcaico y rudimentario pero quizá, también, más humano.
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