Los bancos de imágenes, casi siempre desde un discreto segundo plano, han formado parte esencial de nuestras vidas desde hace décadas. Las imágenes de archivo han estado, están y estarán acompañándonos en todo momento. En este artículo me voy a centrar en los bancos de imágenes comerciales o para publicidad, dejaré para otro día las imágenes de uso editorial.
Follow on LinkedInVivimos en una sociedad plenamente volcada en la imagen, y las fotografías y los vídeos «de archivo» son un elemento de importancia vital en la comunicación, y por eso considero tan necesario llevar a cabo un análisis de este apasionante mercado a través del tiempo.
Como somera definición general, un banco de imágenes es una empresa que archiva elementos gráficos de todo tipo (fotografías, vectores, vídeos, plantillas, tipografías) categorizados y dispuestos para su uso en cualquier momento, para múltiples sectores y distribuciones geográficas, según diversas licencias. Se trata de una actividad económica y creativa clave para muchos momentos de la comunicación gráfica, desde humildes folletos de una panadería de barrio, hasta grandes campañas de difusión para productos de todo tipo.
Existen dos modelos de negocio claramente diferenciados en los bancos de imágenes: las imágenes de derechos controlados y las imágenes libres de derechos (royalty free).
Las imágenes de derechos controlados se definen como aquellas en las que, mediante contrato, para su difusión se acota tanto la distribución geográfica, como la tirada numérica, el tipo de uso y la duración del derecho de uso por parte del cliente que adquiere la licencia. En algunos casos esa licencia puede ser exclusiva, si bien es conveniente conocer las licencias anteriores que se hayan podido vender de la imagen antes de decidir si procede o no comprar una exclusividad. En este sentido, el modelo de las imágenes con derechos controlados tiene las descritas ventajas de mayor control de uso, en contraposición a las imágenes libres de derechos.
Por el contrario, las imágenes libres de derechos tienen licencias de uso mucho menos restrictivas. En la inmensa mayoría de los casos tan solo hay dos diferencias: uso decorativo (ilustrativo) o reventa de productos con un límite de tirada.
En las imágenes libres de derechos no suele haber limitación temporal de uso, ni limitación geográfica. Las imágenes compradas se pueden utilizar para siempre, y en todos los territorios del mundo. Tampoco hay un límite del número de licencias que se han vendido de una misma imagen, lo cual puede aportar el concepto de «fotos quemadas», es decir, imágenes que se han visto hasta la saciedad en multitud de soportes o utilizaciones.
Ambos modelos de negocio, que conviven desde hace años, tienen algo en común: el control del contenido, esto es, tanto en derechos protegidos como en imágenes libres de derechos, se controla que el contenido de la imagen sea lo menos conflictivo posible, incluyendo contratos con las personas que aparecen en las fotografías, ausencia de marcas registradas o dueños de edificios u obras de arte o diseños que puedan reclamar a los compradores de las imágenes.
Primero fueron las placas, luego la película, después llegó el píxel. La revolución digital con cámaras de alta calidad accesibles al gran público, supuso para la fotografía un punto de inflexión para la popularización de la creación y difusión de imágenes comerciales.
Después, la apertura de los bancos de imágenes libres de derechos hizo que fuese cada vez más fácil incorporarse como fotógrafo o videógrafo al mercado de archivo. Luego llegaron los teléfonos móviles, dentro de lo que podríamos considerar como una nueva revolución. La popularización de cámaras digitales y teléfonos capaces de realizar imágenes de alta calidad trae como consecuencia evidente que se multiplica el número de competidores para vender imágenes de archivo.
Desde el punto de vista del negocio en la actualidad, el mercado de los bancos de imágenes tiene tres claras diferenciaciones. Por un lado, un sector fuertemente controlado por grandes actores corporativos del mercado (Adobe con Fotolia, Getty con iStock; Shutterstock y Dreamstime). Por otro lado otras agencias mucho más pequeñas pero con interesantes posiciones en segmentos especializados del mercado, y por último algunos intentos independientes de comunidades de fotógrafos y bancos de imágenes gratuitos. En la práctica, la inmensa mayoría del mercado está en manos de los cuatro grandes actores, citados anteriormente.
A día de hoy se vive una saturación de propuestas de imágenes de archivo. Para un fotógrafo a nivel particular, resulta cada día más difícil obtener ingresos estables, ya que hay más y más proveedores enviando imágenes de calidad, en ocasiones sobre los mismos temas, y quizá no hay mercado suficiente para garantizar ventas para todos los proveedores de imágenes.
En cambio, vivimos una época de oro para los distribuidores, esto es, para las grandes agencias, ya que controlan y concentran tanto los clientes como la oferta. Se produce un fenómeno de concentración en el que la guerra de precios y ofertas entre los distribuidores es feroz, mientras que la pieza más débil del engranaje, el proveedor, es sobre quien siempre repercuten los recortes de precios.
A partir de la saturación de imágenes descrita anteriormente y de la concentración del negocio en pocas manos, nos encontramos con el fenómeno de la concentración-saturación, de consecuencias imprevisibles. También hay que tener en cuenta el aumento de ofertas gratuitas mediante bancos de imágenes que basan su modelo de negocio en la gratuidad del producto, financiándose a través de las afiliaciones, suscripciones y/o publicidad.
Más arriba en este mismo artículo expuse que en los bancos de imágenes se controla de forma minuciosa el contenido de las imágenes para proporcionar la mayor seguridad jurídica posible, aunque esto no es así en los bancos de imágenes gratuitos ya que, como es obvio, no pueden dar ninguna garantía por haber ofrecido imágenes gratis. Se suele decir: «Obtienes lo que pagas» y, si algo es gratis, obviamente no puede tener ninguna garantía jurídica.
En el futuro creo que podría haber tres escenarios diferentes: la entrada de un nuevo y gigante jugador en el sector corporativo del negocio (el rumor de una entrada de Google en el mercado de los bancos de imágenes ha estado ahí desde hace años); la concentración de esos jugadores corporativos mediante fusiones y/o adquisiciones, y por último el tema de la saturación de imágenes, que podría generar una reducción de la oferta lo cual, quizá, originaría un aumento de los precios por imagen en el segmento «low cost».
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