Hace años, cuando todos éramos mucho más ingenuos, se nos hizo creer que el falso «buenismo» de muchas de las nuevas empresas digitales se traducía en una mal llamada «Economía colaborativa», un tergiversado concepto del que los queridos lectores de este blog pueden ver otras reflexiones.
Hoy, con la mirada mucho más clara y los ojos más abiertos, una buena cantidad de personas han despertado del sueño y se han dado cuenta de que demasiadas empresas y «apps» digitales practican una dura «Economía extractiva» aplicando la versión más fiera del capitalismo salvaje, lejos de cualquier ideal utópico.
Una relación económica, social y laboral en la que unos pocos ganan, otros sobreviven a duras penas y otros muchos pierden no puede ser, por definición, algo bueno, sino más bien una herramienta que sirve, en forma de «app» o página web, para extraer los recursos económicos de un sector, dejando a miles de personas en la cuneta.
Ha quedado demostrado que muchos de los «empleos» creados en esta nueva economía digital extractiva son tan precarios o más como los empleos de la «economía real», creando una nueva bolsa de trabajadores pobres que sobreviven a duras penas y, además, dependen completamente de los designios de la empresa tecnológica, que suele cambiar unilateralmente las condiciones de «trabajo». Véase el detalle de las comillas, porque las tecnológicas no gustan de hablar de empleos. En su cínica manipulación del lenguaje prefieren términos como «colaboradores» en los que la relación laboral es inexistente, librándose así de los requisitos legales del mundo real, pero con todas las ventajas del trabajador económicamente dependiente, más conocido como falso autónomo.
El siguiente paso es seguir el rastro del dinero extraído: muchos de esos beneficios económicos obtenidos por estas «apps» después de destrozar todo un sector económico, por ejemplo el transporte de viajeros mediante taxi, suelen ir a parar a paraísos fiscales, y desde luego apenas quedan unas raspas económicas en el país del que se ha extraído el dinero. ¿Economía colaborativa? No, hablemos con propiedad: muchas de estas empresas digitales actúan simplemente como jeringuillas que extraen toda la riqueza de un determinado país y sector económico, pero no revierten los beneficios en la sociedad de origen.
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