Un periodista de provincias

Verán ustedes: suelo tener suerte y me llaman con relativa frecuencia de medios de comunicación nacionales por asuntos de su interés que tienen lugar en Cantabria, y me suelen tratar y pagar (a veces) muy bien. Estoy agradecido, por lo tanto, a mi densa red de contactos en los grandes medios fuera de Cantabria.

En otras ocasiones, por suerte las menos, el tono de la llamada o del contacto puede ser paternalista, altivo o condescendiente, como si desde un atril superior llamasen al «periodista de provincias» y el plumilla provinciano debería agradecer que nos llamasen desde esferas más altas. 

Y sí, este humilde periodista que les escribe lo mismo relato ferias de ganado – y acabo pringado hasta las rodillas – que competiciones de petanca de jubilados en cualquier pueblo de Cantabria, o la visita del Presidente del Gobierno entre protestas de ganaderos. Pero, de vez en cuando, también me salgo del carril para dar con claves o pistas de lo que más tarde se convierte en una gran noticia, casi como en los medios capitalinos.

El periodismo de provincias es el ejercicio de la profesión periodística en el ámbito más cercano y directo, el periodismo de base hecho por y para el vecino, con sus inquietudes, sus preocupaciones y sus pequeñas alegrías, por triviales que puedan parecer a simple vista. 

El contacto directo con las fuentes y los protagonistas aporta al periodista de provincias un conocimiento de incalculable valor y una experiencia insustituible por ninguna Inteligencia Artificial. Una publicación informativa en la que se narra una actuación folclórica en un barrio de cualquier pueblo sirve para cohesionar un territorio y aportar una crónica histórica de hechos culturales que, en su dimensión, son grandes para una pequeña villa.

Se le atribuye a Warhol aquella frase de que, en el futuro, a todo el mundo le corresponderían «sus 15 minutos de fama», y el tiempo le ha dado la razón ahora que cualquiera puede grabar su concurso de petanca y difundirlo en las redes sociales.

Pero más allá de la efímera «mini-fama» que dan las Redes Sociales está por encima el oficio del periodista de pueblo, el narrador de las pequeñas historias de provincias cuya influencia, en el fondo, es mucho más notable al erigirse en la voz de esas pequeñas grandes experiencias que cohesionan poblaciones y territorios.

Los periodistas de provincias narramos las historias que permanecen para siempre en la memoria sentimental y colectiva de nuestros territorios.