Las concentraciones del heterogéneo colectivo de indignados en España, que han pasado olímpicamente de las prohibiciones diversas que la Junta Electoral ha emitido sobre sus actividades en época electoral, han pillado a todos los políticos de todos los partidos en las nubes, ensimismados y sin enterarse de nada.
Hay políticos que se han limitado a ignorar o pasar de este interesante fenómeno sociológico, limitándose a reclamar el voto en las elecciones como solución. Otros, un poco más comprensivos, han asegurado que si fueran más jóvenes estarían en las manifestaciones, aunque recordando siempre la necesidad de respetar las decisiones de la Junta Electoral.
Otros, sin duda los peores, intentaron ‘subirse al carro’ para aprovecharse políticamente de esta iniciativa, y otros emiten declaraciones públicas surrealistas que demuestran claramente que no se han enterado de nada, absolutamente de nada. Lo cual ha vuelto a legitimar, una vez más la indignación de los acampados.
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