Algo grave y profundo pasa en España cuando un concejal tiene que ir a declarar como imputado por el cartel de Carnaval que ilustra este artículo. El tema no pasaría de ser una anécdota si no formase parte de una concatenación de hechos que parecen llevar a coartar la libertad de expresión de los españoles.
No es este cartel, no es el hecho de que la figura parece ser la del Papa «achispado», ni siquiera puedo entrar a valorar, ya lo harán los jueces, si existe o no ofensa al sentimiento religioso. O sí, voy a valorar.
El problema, en su conjunto, es que España acumula demasiados casos recientes en los que la libertad de expresión se ve amenazada. Demasiados casos, y demasiado rápido.
El difícil equilibrio entre la libertad de expresión y el respeto a las ideas religiosas, me parece que existe en este caso concreto. Este cartel consigue una balanza igualada en la que ambos derechos están equilibrados. Espero que la Justicia piense igual, y que el concejal de A Coruña sea declarado inocente.
Desde mi punto de vista la ilustración del cartel es tan sumamente suave y carente de mala fe que, para ver la presunta ofensa, no hay que tener sentido del humor.
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