Criptomonedas y estafas
El Premio Nobel de Economía Paul Krugman lo ha dicho con bastante más autoridad y rotundidad que yo: el Bitcoin es una burbuja. Y se está viendo con bastante claridad el hecho de que la especulación en la moneda virtual es igualmente posible que con la moneda tradicional. Con más desventajas y menos transparencia: el anonimato y la imposibilidad de trazar el origen y destino de los fondos, lo cual convierte a las criptomonedas en el mejor aliado para los especuladores, los traficantes de drogas, los asesinos y los pederastas. En pocas palabras: el paraíso digital de los delincuentes.
Follow on LinkedInLa más famosa de las criptomonedas es el Bitcoin, pero han surgido unas cuantas más como LiteCoin y DogeCoin, entre otras. Krugman, además, atribuye al fenómeno una especie de aura mística, con aires de algo «sofisticado y tecnológico» que casi nadie entiende. Esa «jerga» que todos los vendedores de humo que se precien necesitan utilizar para que los pardillos suelten sus billetes y, cuando pierdan todo su dinero, argumentar que no entendían el sistema.
Las criptomonedas nunca llegarán a ser un sistema de pago mayoritario, básicamente por la gran cantidad de estafas que hay a su alrededor y porque, por mucho que los apóstoles de las criptomonedas se empeñen, el sistema al completo hace aguas por todas partes.
Me he documentado bastante bien sobre este asunto de las criptomonedas, hasta llegar al extremo de haberme hecho varios cursos e, incluso, he llegado a hacer mis pinitos como aprendiz de «minero» de criptomonedas. De todas esas experiencias he llegado a la conclusión, hace ya tiempo, del altísimo porcentaje de estafas y fraudes en todo lo que rodea a esta nueva moda digital.
Los bancos tradicionales, que conste, tampoco son santo de mi devoción. Pero al menos, cuando el cliente tiene problemas, puede reclamar incluso jurídicamente, dado que siempre existe una entidad legal que se tiene que hacer responsable del tinglado.
En el caso de las criptomonedas, por el contrario, en muchas ocasiones el tinglado se rebaja a categoría de chiringuito. La mayoría de las veces la víctima no puede reclamar a nadie, ante la ausencia de las más elementales garantías, a lo que se suma el problema de las múltiples jurisdicciones que entran en juego en una transacción digital que pasa por distintos países.
Software, hardware y gestión sin garantías de seguridad
Cuando alguien se plantea invertir en criptomonedas, lo primero que hace es renunciar a todas las garantías, y arriesgar su dinero en una nube de bits. En España, las entidades oficiales como el Banco de España, la CNMV e incluso el Banco Central Europeo han alertado en varias ocasiones sobre los grandes riesgos de «invertir» en criptomonedas.
Entrar al Bitcoin no es tan fácil, ni tan «descentralizado» ya que, por obligación, hacen falta intermediarios para poder cambiar el Bitcoin por dinero real. Es aquí cuando me viene a la memoria el fraude masivo de MTGOX, que fue durante muchos años el principal portal de cambio.
Y es también aquí cuando se hace preciso recordar que ningún software es invulnerable y que nadie está libre de ser pirateado, o de sufrir un error grave en el sistema. En estos casos, tanto en la piratería de códigos como en los errores, el que siempre sale peor parado es el usuario final, cuando llega el fatídico día y encuentra su cuenta a 0, y todo su dinero evaporado en el océano digital.
En cuanto al hardware, hay toda una burbuja montada acerca de sistemas de minado de criptomonedas, y también hay que recordar el caso de Butterfly Labs, una empresa que vendía con un sistema de pago previo, pero que al final dejó miles de personas estafadas y sin su «máquina de crear dinero del aire». Literalmente, miles de personas en todo el mundo se quedaron sin su dinero y sin sus dispositivos de minado de Bitcoins. Los pocos que recibieron el aparato, además, se vieron atrapados por el hecho de que la potencia de minado ya superaba a la de los dispositivos que acababan de recibir, por lo que la máquina era obsoleta.
Apóstoles de las criptomonedas
En cuanto a los apóstoles de las criptomonedas, creo que hay dos tipos claramente diferenciados:
- Vendedores de humo: saben perfectamente sobre las debilidades del sistema y las altas posibilidades de fraude, estafa y pérdida total de la inversión por la alta volatilidad, pero han hecho de ello su modo de vida.
- Soñadores: abrazan casi cualquier novedad tecnológica con la alegría de un quinceañero, con sueños y delirios de tinte naíf. En algunos casos, ni siquiera han estudiado a fondo el sistema, ni tienen una clara percepción del riesgo.
En ambos casos, defienden las criptomonedas casi como si de una religión se tratase, de ahí que los denomino apóstoles: en el primer caso defienden su negocio, y en el segundo defienden sus sueños y sus delirios.
Pero la realidad es que las criptomonedas forman parte de una arriesgada apuesta de casino, un dinero que se puede perder con mucha facilidad. En resumen: «Cuanto más conozco las criptomonedas, más admiro a quienes guardan el dinero en su colchón».
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