Pantallas con alma
Hace ya mucho tiempo que prácticamente todos los ciudadanos llevan un dispositivo móvil en su bolsillo. Más grandes, más pequeños -curiosamente antes la moda era cuanto más pequeños mejor- pero los teléfonos móviles, ‘tablets’ u otros artilugios capaces de registrar imágenes, se han convertido en omnipresentes aparatos de última tecnología provistos de cámaras y pantallas. Están en cada reunión social, en cada evento familiar, y las personas los utilizan para registrar su vida en imágenes y formar así su álbum de momentos y recuerdos. En estos dispositivos, muchas personas almacenan toda su vida emocional en imágenes. Fotografías digitales con su familia, amigos…trocitos de alma convertida en bits de información digitalizada que, en muchas ocasiones, nunca se convertirán en fotografías impresas. Y pasarán de soporte en soporte digital, del teléfono al ordenador, disco duro u otro soporte, pero sin imprimir. Las imágenes, en un limbo digital Nuestra vida se compone de momentos vividos con nuestros seres queridos, para construir, poco a poco, una alma con forma de castillo de naipes, y con recuerdos de nuestros momentos felices (o no) fotografiados con nuestros dispositivos móviles. Nuestras imágenes, permanecerán, así, inmersas en un limbo digital de recuerdos y sentimientos, convirtiendo a estas pantallas en portadoras de una parte del alma del usuario y en elemento fundamental para construir una historia de vida en imágenes. Nuestra historia sentimental, novelada por entregas, es convertida en información digitalizada y almacenada en un frágil soporte que, cuando se estropea y no permite acceder a las imágenes guardadas, nos arrebata una pieza del alma. Como si al castillo de naipes le faltase una de las cartas. Ahora, un teléfono es mucho más que un teléfono: es una pantalla con alma.
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