La peculiar historia de Alfred Scholz, Alberto Lizzio y los discos baratos de música clásica
Corría la década de los 90, y el disco compacto (CD) vivía su breve época de esplendor. Y fue en aquel momento, cuando éramos más jóvenes, cuando aparecieron las ediciones baratas, muy baratas y zarrapastrosas, de discos de música clásica.
Follow on LinkedInEstos discos se vendían mayormente en supermercados, aunque también se dejaron ver en venta por catálogo. En algunos casos la calidad era muy mala, físicamente solo era la caja con una hoja de portada, sin más, aunque lo sorprendente de aquellos discos es que, en otros casos, la calidad de interpretación de las piezas era bastante buena. Entonces, la pregunta a día de hoy es obvia: ¿cómo podían vender discos de música clásica a 1 euro? La respuesta está en un nombre: Alfred Scholz.
Con el paso del tiempo se supo quién era Alfred Scholz: un fraudulento productor discográfico y director de orquesta que se hizo con un catálogo en muchos casos ilegal, que vendió de forma también ilegal, acabando esas grabaciones en diversas empresas de producción de CD. Hubo muchas casas discográficas que publicaron el material de Scholz, pero una de las más famosas en España fue PILZ, con su Vienna Master Series.
PILZ fue una empresa alemana dedicada a los discos compactos baratos, cuya actividad se extendió desde 1988 hasta 1995. A día de hoy, según diversos expertos resulta difícil de saber cuál es la orquesta real que interpreta las grabaciones distribuidas por Scholz, ya que Scholz usó, y mezcló, diversos nombres de artistas y orquestas reales que nunca habían grabado esas piezas para él. E incluso se inventó directores y orquestas.
Alberto Lizzio, el prolífico director de orquesta que nunca existió
Dentro de la serie de grabaciones con descripciones fraudulentas, nos encontramos con un giro de fraude todavía mayor: Alfred Scholz llegó al extremo de inventarse directores, y uno de los nombres que usó más veces fue Alberto Lizzio, a quien atribuía grabaciones dirigidas por el propio Scholz o incluso por otros directores anónimos, o las orquestas tocando a su libre albedrío.
También utilizó otros pseudónimos como Henry Adolph, Carlo Pantelli, Sven Bengtson, Vladimir Petroschoff, Loic Bertrand, Eugen Duvier, Peter Stern… pero el falso director Alberto Lizzio es el caso más peculiar, ya que incluso llegó a tener su página en la Wikipedia, con una falsa biografía.
En muchos casos la descripción técnica de los discos también era fraudulenta, porque la etiqueta DDD era imposible para grabaciones que habían sido hechas en los años 60 y 70, épocas en las que la grabación digital ni siquiera existía. Las orquestas, completamente falsas o semi-falsas, podían estar compuestas por Scholz con diversos músicos seleccionados para una sesión de grabación, que luego Alfred Scholz distribuía a diversas compañías fabricantes de CD.
Lo que a estas alturas no se puede negar es que gracias a estas ediciones baratas de discos de música clásica, muchas personas pudimos empezar a conocer una gran cantidad de fantásticas obras musicales. La historia de Alberto Lizzio y Alfred Scholz podría dar juego para una película, una especie de retrato de una época que ya no volverá.