La sustancia (Coralie Fargeat, 2024)
Culos, tetas y sangre en un pastiche de referencias cinematográficas que no acaba de funcionar
AVISO SPOILER: esta crítica y reseña de esta película SÍ revela datos importantes de la trama, así que, si no la has visto, es posible que no quieras leer este artículo
Cuando una película como «La sustancia» viene precedida de tantos elogios y nominaciones, estoy empezando a entender que debo echarme a temblar, porque en los últimos tiempos esos halagos no suelen coincidir con mi concepto del buen cine. Tampoco los Óscar, para qué nos vamos a engañar, premios que hace ya mucho tiempo son más un negocio de popularidad.
Follow on LinkedInMe costó terminar de verla en Filmin. Cuando pasaba una hora, ya me sonaba todo como a visto una y mil veces antes, como una mezcla de referencias cinematográficas que no acaba de funcionar y que, ante todo, me estaba resultando tediosa y lenta de ver.
Se habló tanto de que era el momento para que Demi Moore consiguiera el Óscar por «La sustancia» que, con tan altas perspectivas, me esperaba ver en la película interpretaciones memorables cuando, en realidad, la obra contiene interpretaciones tan sobreactuadas como adecuadas al despropósito mayúsculo de la propuesta de Coralie Fargeat.
Dennis Quaid está tan sobreactuado como sublime, en un papel de directivo psicópata de televisión que encaja como anillo al dedo con la interpretación exagerada del actor, y sobre la chica que interpreta a Sue diré que está correcta, pero tampoco tengo mucho más que decir.
En «La sustancia» asistimos a un festival de culos, tetas y sangre que, ambientado en lo que podría ser la Telecinco de los años 90 con las «Mamá Chicho» de fondo, nos entrega una crítica tan obvia como simplona de la televisión casposa y machista que empuja a sus actrices a buscar la belleza y la juventud perpetua.
El doctor Jekyll y el señor Hyde se encuentran con «Basket Case» y el Peter Jackson de «Braindead» y «Mal gusto»
Con tan obvia propuesta narrativa, el relato nos suena a ya visto una y mil veces: el ejemplo más evidente está en la clásica obra «El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde» de Stevenson, pero no hace falta remontarse tan atrás para encontrar docenas o cientos de esquemas similares sobre el desdoblamiento de la personalidad. Incluso en las más cutres series televisivas de los años 70 y 80 había casi siempre un episodio en el que el personaje protagonista se enfrentaba a su doble maligno.
Otras obvias referencias nos las encontramos en la obra de culto «Basket case, ¿dónde te escondes, hermano?«, una película que ya mostraba un monstruo muy parecido al del final de «La sustancia». Más allá también podemos intuir otras referencias, como el festín de sangre y vísceras de las primeras películas de Peter Jackson «Mal gusto» y «Braindead: tu madre se ha comido a mi perro», pero en «La sustancia» todo está engullido, regurgitado y ensamblado de forma torpe y tosca, carente del adictivo ritmo de las películas de Jackson.
En cuanto al tono de comedia, que en ocasiones «La sustancia» quiere tener, tampoco acaba de funcionar del todo, y se deja al espectador a medias con una leve sonrisa que no remonta por lo grotesco de lo propuesto en pantalla.
Aspectos técnicos
En los aspectos técnicos es donde «La sustancia» luce mejor: tanto una magnífica fotografía con planos y colores muy bien diseñados y filmados, como sobre todo en los efectos especiales de maquillaje, hechos con la pureza y la verdad que aportan los efectos prácticos alejados de los piojosos CGI que tanto disgustan a los aficionados al maquillaje real.
«La sustancia», en resumen, es un pastiche de una y mil obras más, tanto fílmicas como literarias, que ya expusieron antes esta misma dicotomía de la personalidad del ser humano, pero con mucho más talento. Que una película como esta haya tenido tantas nominaciones a premios tan solo refleja los bajos estándares en los que se mueve el cine actual.
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